Archivo Marx/Engels | Indice de la Correspondencia


F. ENGELS

CARTA A A. BEBEL



Primera edición: La colección de la correspondencia de Marx y Engels se publicó por vez primera en alemán en 1934 a cargo del Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado. La segunda edición, ampliada, se realizó en inglés en 1936.
Fuente  de la versión castellana de la presente carta: C. Marx & F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2010.


 

 

Londres, 29 de setiembre de 1891

USTED tiene razón: si se llega a la guerra debemos exigir que se le dé armas a todo el pueblo. Pero en conjución con la organización ya existente o con la preparada especialmente en caso de guerra. Y, en consecuencia, el alistamiento de la gente todavía sin entrenamiento, en reservas suplementarias y en Landsturm, y sobre todo entrenamiento de emergencia además de la adjudicación de armas y de la organización en cuadros fijos. La proclama de los franceses tendrá que hacerse en forma bastante diferente. Los diplomáticos rusos no son tan estúpidos como para provocar una guerra frente a toda Europa. Por el contrario, las cosas serán dispuestas de modo tal que, o bien Francia aparezca como la parte provocadora, o bien lo haga uno de los países de la Triple Alianza. Rusia tiene siempre a mano una docena de casus belli [ocasiones para la guerra] de esa clase; la respuesta particular dependerá del pretexto para la guerra que se haya utilizado. En cualquier caso debemos declarar que desde 1871 hemos estado siempre prontos para un entendimiento pacífico con Francia, que tan pronto como nuestro partido llegue al poder no podrá ejercer ese poder al menos que Alsacia-Lorena no determine libremente su propio futuro; pero que si se nos impone la guerra, y con mayor razón una guerra en alianza con Rusia, debemos considerarla como un ataque a nuestra existencia y defendernos con todos los medios, empleando todas fas posiciones a nuestra disposición y en consecuencia también Metz y Estrasburgo.

En cuanto a la conducción de la guerra misma, hay dos aspectos decisivos: Rusia es débil en el ataque pero fuerte en potencia humana defensiva. Es imposible una estocada al corazón. Francia es fuerte en el ataque pero, una vez incapacitada para atacar, es inocua después de unas pocas derrotas. Tampoco doy mucho por los austríacos como generales ni por los italianos como soldados, de modo que a nuestro ejército le cabrá conducir y mantener la embestida principal. La guerra deberá empezar reteniendo a los rusos, pero derrotando a los franceses. Una vez logrado que la ofensiva francesa sea inocua, las cosas podrán llegar hasta la conquista de Polonia, hasta el Dvina y el Dnieper, pero difícilmente antes de ello. Esto debe realizarse con métodos revolucionarios y, si es necesario, cediendo un trozo de la Prusia polaca y toda la Galitzia a Polonia para que se establezca. Si esto va bien, en Francia seguirá sin duda la revolución. Al mismo tiempo presionar para que se le ofrezca a Francia, como oferta de paz, por lo menos Metz y Lorena.

Pero probablemente las cosas no irán tan bien. Los franceses no se dejarán derrotar tan fácilmente, su ejército es muy bueno y está mejor armado que el nuestro, y de nuestra superioridad en lo que respecta a los generales no parece que fuese a salir mucho. Este verano se vio que los franceses han aprendido a movilizar. Y también que tienen suficientes oficiales para su primer ejército de campaña, el que es más fuerte que el nuestro. Nuestra superioridad en oficiales se demostrará recién más tarde, cuando las tropas sean llevadas al frente. Además, la línea directa de Berlín a París está fuertemente defendida por fortificaciones a ambos lados. En resumen, en el caso más favorable resultará probablemente una guerra fluctuante llevada a cabo mediante el agregado constante de nuevos refuerzos por ambos lados hasta que uno de ellos se agote, o hasta que sobrevenga la participación activa de Inglaterra, la que, bloqueando simplemente las importaciones de cereal, puede —en las condiciones que existan entonces— matar de hambre a la parte que ella decida, sea Alemania o Francia, obligándola a concluir la paz. Entretanto, lo que ocurra en la frontera rusa dependerá principalmente de la forma en que los austríacos conduzcan la guerra, y por ello no es previsible.

Tanto como esto me parece seguro: si somos derrotados, se derrumbará por años toda muralla que contenga al chauvinismo y a una guerra europea de revancha. Si salimos victoriosos, nuestro partido llegará al poder. La victoria de Alemania es por ella la victoria de la revolución, y si llega la guerra no sólo debemos desear la victoria, sino contribuir a ella por todos los medios...

Lo que debiera haberse afirmado categóricamente [por Bernstein] era que si Francia representa formalmente a la revolución en relación con Alemania, Alemania, por medio de su partido obrero, está materialmente a la cabeza de la revolución, y que esto saldrá necesariamente a la luz en la guerra, en la que nosotros, y con nosotros la revolución, seremos o bien aplastados o alcanzaremos el poder.